Primer año
Al principio había resultado muy duro para Sabrina acostumbrarse a tener a su cargo a la bebe, ella siempre había querido ser madre, pero suponía que la maternidad llegaría gradualmente y no del modo en que lo hizo. La niña era adorable, casi no lloraba y era una bebe risueña. Pero Sabrina se sentía triste, sabía lo que debían estar sufriendo sus amigos y ella misma se sentía sola, ya que no podía abandonar el castillo por razones obvias y Sirius se mantenía bastante ocupado con cuestiones de la Orden.
Al principio había resultado muy duro para Sabrina acostumbrarse a tener a su cargo a la bebe, ella siempre había querido ser madre, pero suponía que la maternidad llegaría gradualmente y no del modo en que lo hizo. La niña era adorable, casi no lloraba y era una bebe risueña. Pero Sabrina se sentía triste, sabía lo que debían estar sufriendo sus amigos y ella misma se sentía sola, ya que no podía abandonar el castillo por razones obvias y Sirius se mantenía bastante ocupado con cuestiones de la Orden.
Había pasado casi un año. Hacía poco que la bebe había
comenzado a caminar y ya decía algunas palabras con bastante claridad. Sabrina
estaba ensimismada y no sintió cuando Sirius entró, cuando la besó se
sobresaltó y luego sonrió con alegría.
-
Hola linda, donde
está la pequeña princesita?
-
Si te fijas bien la
verás bajo la mesa – le contestó
Sirius se acercó a la pequeña la alzó, jugueteó un
rato con ella y luego la colocó de nuevo en el piso para que siguiera jugando.
-
Qué noticias hay –
preguntó la chica
-
Pocas, el
Ministerio intenta sin éxito capturar a Voldemort y sus seguidores, pero Crouch
ha implementado medidas casi tan sanguinarias como las de ellos. Sin embargo
hay mucha gente en la comunidad mágica que está proponiendo que sea el próximo
Ministro de Magia, creo que es cuestión de tiempo.
-
Bueno habrá que
esperar.
-
Hay otra noticia
muy triste, sé que te va a caer muy mal, se trata de Daphne.
-
Qué le pasó?
–preguntó Sabrina
-
No te había querido
decir nada y me siento culpable por ello pero, no quería preocuparte. Recuerdas
que se encontraba en San Mungo desde el ataque que sufrió, no? Pues bien, lo
que no te he contado es que despertó hace tiempo, pero no recordaba nada, los
sanadores empezaron a hacer una serie de pruebas con ella para ver si lograban
recuperar su memoria, al menos que recordara quien era, pues bien las pruebas
dieron resultado, recuperó la memoria pero fue peor, contó que quien la violó fue el mismo
Voldemort, contó todos los horrores que vivió incluida la muerte de sus padres
y hermanos, suponen que el recuerdo de lo sucedido hizo que perdiera
completamente la razón.
Sirius calló al ver que su novia lloraba
desconsoladamente, y dudó en terminar la historia. Se acercó a ella y la
abrazó.
-
Sabía que esto te
afectaría mucho –dijo
-
Es que no es justo,
por qué tienen que pasar estas cosas? – sollozó la chica en su hombro.
-
Cariño, aún no
termino y si no te lo digo después me sentiré culpable.
-
Qué? Es que todavía
hay más?
-
La verdad sí.
Daphne quedó embarazada y dio a luz hace un par de meses.
-
No puede ser –
exclamó la chica – y qué ha pasado con el bebe?
-
Pues hasta ayer,
estaba en San Mungo al cuidado de las sanadoras de la sección de maternidad
pero anoche, los mortífagos irrumpieron en el Hospital y se llevaron al bebe.
-
Oh Sirius – sollozó
Sabrina- hasta cuándo tendremos que sufrir todo esto, Voldemort es un maldito.
Esa noche Sirius se quedó con ellas, era algo que no
hacía con frecuencia, sobre todo porque lo ponían nervioso las miradas de
reproche de la profesora McGonagall cada vez que eso sucedía, pero había varios
motivos para haber decidido quedarse esa noche. A la mañana siguiente mientras
desayunaban decidió hablar con Sabrina.
-
Linda hay algo que
quiero decirte.
-
Tú dirás.
-
Sabes que debíamos
habernos casado antes de que nacieran los gemelos, pero con todo el problema
que se presentó con el asunto de la profecía, todo quedó en suspenso.
-
Ya lo sé amor, pero
en estos momentos es imposible, sabes que no puedo separarme de la niña, por lo
menos no, hasta que no acaben con Voldemort.
-
Lo sé, solo quería
que tuvieras claro que solo está postergado, tú eres mía y nada cambiará eso,
cierto? – dijo con cierto dejo de duda.
-
Tontito claro que
lo sé, pero hay algo que quiero que me prometas.
-
Lo que sea.
-
He estado pensando,
con todas las cosas terribles que han ocurrido, que si algo me pasara…
-
Nada va a pasarte –
la interrumpió violentamente Sirius – antes tendrían que matarme.
-
Sirius por favor,
solo prométeme que si algo llegara a pasarme, seguirás con tu vida, que
volverás a enamorarte y a ser feliz, mira que
no tendría paz si no me prometes eso terminó la chica con lágrimas en
los ojos.
-
Te lo prometo, pero
deja de pensar esas cosas, yo no podría vivir sin ti.
Después de eso, fue a despedirse de su ahijada y ya
cuando iba de salida se detuvo recordando algo importante.
-
Toma – dijo
sacándose una fotografía del bolsillo.
-
Por las barbas de
Merlín, son idénticos – dijo Sabrina mirando la fotografía en movimiento de un
bebe que la miraba y le hacía ojitos desde un coche – son iguales a James,
exceptuando los ojos que son de Lily.
-
Si, así es. Otra
cosa cariño, no sé si pueda estar para el cumpleaños de Sammy, ya que ni
siquiera sé a dónde nos envían, así que mucho menos sé cuánto vamos a tardar.
Después de esto se despidieron. Una vez que Sirius se
fue Sabrina se dispuso a comenzar la rutina diaria con la bebe. Y recordó que
no le había dicho a Sirius las cosas extrañas que estaban sucediendo con la
niña.
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Mientras tanto en otro lugar muy lejos de allí, se encontraba
una familia de tres miembros. Tenían una hermosa casa, bebe precioso que crecía
sano y feliz, se amaban con locura pero tenían una profunda tristeza, desde el
día en que habían tenido que abandonar a su pequeña hija. Se habían visto
obligados por las circunstancias a tomar una decisión que ahora les pesaba en
el alma. James se volvía loco encerrado en casa y Sirius tenía días sin poder
venir por las muchas ocupaciones con la Orden, sin embargo se las había
arreglado para enviarle una escoba de juguete a Harry por su cumpleaños
disculpándose por no haber podido asistir, por cierto la dichosa escoba estaba
causando estragos en la casa, Harry ya había roto el horroroso jarrón que le
envió Petunia por Navidad y casi mata al gato. Cuando Lily se dirigía a la sala
casi fue arroyada por su pequeño hijo que reía feliz montado en su escoba.
-
Por favor James,
ten un poco mas de juicio o es que acaso quieres que Harry acabe seriamente
lastimado?
-
Por supuesto que no
quiero eso, pero vuela tan bien que sería un pecado no dejarlo volar. Ya verás,
será el mejor buscador de Howarts –le contesto su esposo riendo.
Lily observó a su marido y decidió no decir nada más,
ya que hacía mucho tiempo que no veía a James sonreir.
-
Estaré arriba, voy
a escribirle a Sirius, quiero agradecerle el regalo de Harry y enviarle la foto
donde aparece montado en la escoba, ya que no sé cuando pueda venir. Por más
que le pregunté a Peter ayer, cuando estuvo aquí, si sabía algo de la misión de
Sirius, no supo decirme nada.
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-
Profesor, que bueno
que vino – dijo Sabrina.
-
Queráis verme y
aquí estoy, qué sucede? Dijiste que era algo importante.
-
Si. Es comúnmente
sabido que los niños comienzan a mostrar señales e poder mágico alrededor de
los 6 ó 7 años, cierto?
-
Así es, pero no es
inusual que algunos lo hagan un poco antes.
-
Un poco antes, tal
vez, pero con apenas un año?
-
Qué quieres decir,
acaso Samantha ha demostrado algo así?
-
Si profesor. Si
hubiesen sido solo cosas sin importancia, no lo habría molestado, pero es que
ya van varios eventos.
-
Explícate, porque
pequeñas demostraciones de magia no son gran cosa.
-
Bien, lo primero
que sucedió fue que se subió a la mesa y perdió el equilibrio y cayó, sin
embargo no llegó al piso sino que “flotó” y luego se posó suavemente sobre él,
luego suele entretenerse haciendo crecer las flores de la maceta. Y por último,
déjeme mostrárselo, mejor.
Se acercó a la pequeña y le quito con delicadeza, la
pequeña escoba que le había enviado su padrino y la colocó sobre un estante
fuera del alcance de la niña. Fue y se sentó nuevamente. La pequeña se acercó
al estante, extendió las manitos y la escoba voló a sus manos.
-
Vaya – dijo
Dumbledore – esto es muy notable, aunque no he visto otros niños tan pequeños
con esa habilidad, quizá no sea tan inusual.
-
Pero supongo que
habrá que hacer algo para controlarla y reprimirla, está muy pequeña.
-
No, mi querida
Sabrina, no haremos nada de eso. Ya conocí a una pequeña que fue obligada a
reprimir su magia y esto la llevó a la locura.
-
Quién? – preguntó
con cara de susto Sabrina.
-
Eso no importa
ahora. Nos limitaremos a observar a la pequeña. Pero imagino que será una bruja
muy poderosa.
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