Harry se encontraba en el despacho del director con
sus amigos, su hermana y su padrino. Levantó los brazos para pedir silencio a
los retratos de los directores que los habían estado ovacionando. Luego se
dirigió al retrato de Dumbledore que lo miraba con lágrimas de orgullo
corriendo por sus mejillas. Aunque estaban muertos de cansancio, les había
pedido que lo acompañaran porque necesitaba un último consejo.
Le dijo a Dumbledore que lo que estaba oculto en la
snitch, lo había dejado caer en el bosque y que pensaba dejarlo ahí. El anciano le contestó que era una sabia
decisión. Luego le dijo que pensaba conservar la capa de invisibilidad, a lo
que el director le contestó que, era suya por derecho propio hasta que la
pasara. Y por último levantó la varita de saúco y dijo que no la quería, que
sabía que era poderosa pero que prefería su vieja varita. Así que saco los
trozos de su varita, la tocó con la punta de la otra y dijo Reparo, los trozos inmediatamente se
unieron y de la punta brotaron chispas rojas.
Le dijo a Dumbledore que la pondría donde estaba y que si moría de
muerte natural su último amo no habría sido derrotado, así que la varita
perdería su poder. Después de esto solo quería irse a descansar, pero el
anciano los detuvo.
-
Una última cosa, -
dijo- vayan a la sala de los menesteres
y pidan “el salón del cofre”. Allí hay cierta información acerca de sus padres,
de suma importancia para ustedes.
-
Señor –dijo
Hermione- esa sala fue destruida por un Fuego Maldito.
-
Señorita Granger –
dijo el director – créanme cuando les digo que sigue allí.
Al oír aquello y a
pesar del agotamiento, Sirius, Samantha, Harry, Ron y Hermione se
dirigieron a toda carrera al séptimo piso y frenaron derrapando frente a la
pared. Respiraron con fuerza para recuperar el aliento y pasaron tres veces
frente a la pared pensando: “el salón del cofre” y en la tercera vuelta una
puerta se materializó ante ellos. Entraron y se encontraron en una sala pequeña
iluminada por un par de antorchas y en el centro un cofre grande. Harry intentó
abrirlo pero estaba cerrado.
-
Alohomora- dijo
Hermione.
Pero el cofre permanecía cerrado. Comenzaban a
exasperarse y pensaron en volver y decirle a Dumbledore que se había olvidado
de decirles cómo abrirlo o dónde estaba la llave. Entonces Sam se llevó,
súbitamente, la mano al pecho. La llave. Todos la miraron pensando que de
pronto se había sentido mal.
-
La llave –dijo-
¿Recuerdan la llave que Dumbledore me dejó? –y sacó la cadena que llevaba en el
cuello y mostró la llave de oro.
Rápidamente se acercaron al cofre y le dio la llave a
Harry. Pero cuando introdujo la llave, salió despedido como si una corriente
eléctrica lo hubiera sacudido. Ron lo apartó y lo iba a intentar, pero al tocar
la llave, salió despedido hacia atrás también.
-
No – dijo Harry –
debes hacerlo tú Sam, Dumbledore te dio la llave a ti.
Siete años en el mundo mágico le habían enseñado que
hay ciertos encantamientos que requieren cosas o personas específicas, para
funcionar.
Así que la chica se inclinó y dio vuelta a la llave,
que funcionó sin ningún problema. Dentro había un pensadero bastante más
pequeño que el de Dumbledore, una botellita con una sustancia etérea, que reconocieron
como un recuerdo, un sobre dirigido a Sam con la caligrafía de Dumbledore, otro
dirigido a Harry y a Sam, con una caligrafía desconocida y un tercero dirigido
a Sirius y a Sabrina. Sirius y los chicos se miraron un momento sin saber qué
hacer.
-
Bueno –dijo
Hermione - ¿qué haremos primero, vemos el recuerdo o leen sus cartas?
Decidieron que primero leerían las cartas. Sam tomó el
sobre dirigido a Sirius y a su madrina y se lo dio, y luego tomó el dirigido a
su hermano y a ella, lo rasgo y les hizo
señas a Ron y a Hermione para que se acercaran. Después de todo, sus amigos no los habían abandonado y habían
estado con ellos en todo por lo que habían tenido que pasar, de modo que se
merecían saber cualquier cosa que dijera esa carta. Sirius se había retirado un
poco y ya estaba abriendo la suya. La primera línea chocó violentamente contra
sus ojos y se miraron estupefactos.
Queridos
hijos:
Para cuando lean esta carta,
deben haber pasado muchos años de nuestra muerte. Suponemos que el hechizo
falló. Pero del mismo modo suponemos que todas las precauciones que tomamos
para su seguridad, funcionaron.
Queremos pedirles que amen a sus
padrinos, y confíen en ellos como nosotros lo hemos hecho, ellos también darían
la vida por ustedes.
Harry, si estás leyendo estas
líneas, significa que, o estás por enfrentar a Voldemort o ya lo has hecho,
queremos pedirte perdón, porque cuando tomamos la decisión de separarlos,
pusimos sobre tus hombros una pesada carga y te expusimos a un gran peligro.
Sabíamos que aunque lográramos evitar que Voldemort te matara, siempre te
estaría persiguiendo por considerarte un peligro para él. Pero estamos seguros
de que si no lo has enfrentado aún, lo harás con éxito. Cuida y protege a tu
hermana, como si solo se tuvieran el uno al otro.
Samantha, nuestra dulce niña, no
sabes el terrible dolor que nos causó tener que dejarte, es posible que no lo
entiendas, pero nunca dudes de que lo hicimos para protegerte. Sabemos que
serás una poderosa bruja, así que ayudaras a tu hermano en los momentos en que
sea preciso, están unidos no solo por la sangre sino por un poderoso hechizo
que realizamos antes de separarlos.
Estudien y prepárense lo más que
puedan. Confíen en los amigos que logren hacer, ellos serán su apoyo en el
largo camino de la vida. Respeten a los muggles, ellos son tan humanos como
ustedes. Tengan consideración hacia todas las criaturas del mundo mágico,
tengan presente que muchos de ellos son, lo que los magos hemos hecho de ellos.
Queridos niños, no hay mayor
dolor que el tener que dejarlos, el saber que no podremos verlos crecer, que no
estaremos para secar sus lágrimas o celebrar sus triunfos, que no estaremos en
sus graduaciones ni en sus bodas. Pero recuerden siempre que aunque hayamos
tenido que dejarlos, nuestro corazón se quedó con ustedes.
Con
amor,
Mamá
y Papa
Cuando terminaron de leer la carta Harry y Sam se
abrazaron con un llanto convulsivo. Sentían un profundo dolor. La carta los
había hecho sentir, por un momento, a
sus padres muy cerca, pero también los había hecho conscientes de la aplastante
realidad de su ausencia. Ron y Hermione los miraban con abundantes lágrimas
corriendo por sus rostros, sabían que no podían ni imaginar lo que
significaba para sus amigos la pérdida de sus padres.
(**o**)
Sirius apenas tuvo el sobre en sus manos reconoció la
caligrafía de James. Así que rasgó el sobre con el corazón latiéndole
violentamente. La abrió y comenzó a leer.
Queridos
Canuto y Sabrina:
Si están leyendo éstas líneas es
porque todo lo que hicimos falló. Lo que más nos duele es dejar a nuestros
hijos, pero al mismo tiempo tenemos la certeza de que ustedes serán unos
magníficos padres, que querrán a los gemelos como si fueran sus hijos y que los
protegerán a costa de sus propias vidas si es preciso.
Canuto, viejo amigo, sabemos que
te estamos dejando una enorme responsabilidad, pero has demostrado ser más que
un amigo, un hermano, así que nadie mejor que tú para confiarle la vida y la
seguridad de nuestros hijos, sabemos que
será una tarea que cumplirás con alegría sin tener en cuenta los
riesgos. Esperamos que les transmitas, no solo tu alegría de vivir, sino tus
conocimientos para enfrentarse a lo que les espera.
Sabrina, amiga y hermana. Has
estado a nuestro lado en las buenas y en las malas. Supiste de nuestro secreto
del embarazo y demostraste ser capaz de guardarlo, así que no nos queda ninguna
duda de que nadie mejor que tú para cumplir las funciones de madre de nuestros
hijos. Sabemos que les darás todo tu amor y los guiarás con firmeza.
Nuestros gemelos tienen mucha
suerte, al tenerlos a ustedes como tutores, guardianes, padres y amigos y
sabemos con toda certeza que harán sus mejores esfuerzos para llevar a feliz
término esta tarea. Gracias amigos
Con
amor,
Lily
y James
Sirius estaba tirado contra la pared llorando como un
niño y con la carta dirigida a él y a su novia estrujada en una mano. El dolor
lacerante que le producía la pérdida de sus amigos solo era comparable con el
que le producía la pérdida de la mujer que amó.
Al cabo de un rato que pareció eterno logró reunir
fuerzas suficientes para levantarse y caminar hasta los chicos, se arrodilló
ante ellos, que aún permanecían abrazados, recogió la carta que había caído al
piso, la leyó rápidamente y comprendió que los chicos debían tener el corazón
tan destrozado como él, pero se suponía que él debía darles consuelo. Buscó
desesperadamente dentro de su cerebro,
algo que decirles pero al final pidió perdón, mentalmente a sus amigos,
se abrazó a los chicos y se unió a su llanto como un niño más.
Ron y Hermione, no sabían cómo proceder ante semejante
demostración de desconsuelo. Sabían que no había palabras suficientemente
apropiadas para aliviar ese dolor. Así que permanecieron en respetuoso
silencio, secándose las lágrimas que se negaban a dejar de caer.
Quizás solo fueron unos minutos o pudieron haber sido
horas, no supieron cuanto tiempo habían pasado así, pero el agotamiento
disminuyó la violencia de los sollozos y las lágrimas escasearon. Hermione
pensó que era mejor que ella y Ron se retiraran y les dejaran privacidad, pero
no había tenido valor para interrumpirlos. Al ver que estaban un poco más
clamados dijo:
-
Nosotros los
esperamos en la Sala Común
– pero para su sorpresa Sam habló-
-
No –dijo la chica –
aún no hemos terminado.
-
Sam, quizá es mejor
que ustedes terminen esto solos, al parecer estos tiene que ver exclusivamente
con su familia.
-
No –dijo Harry,
quien también se había levantado ya- ustedes también son nuestra familia,
ustedes han estado con nosotros siempre, no nos han abandonado ni en los peores
momentos, habiendo podido hacerlo.
-
Nada los obligaba
–continuó Sam – a correr todos los riesgos que corrieron, ustedes son para
nosotros lo que Sirius y Sabrina fueron para mamá y papá.
Sirius que había permanecido en silencio decidió
intervenir en la conversación.
-
Ron, Hermione –dijo
mirándolos – ha nacido un lazo de amistad tan fuerte entre ustedes que nada ni
nadie lo romperá jamás, yo personalmente experimente ese sentimiento y sé lo
que les estoy diciendo. Me alegra que Harry y Sam hayan encontrado a amigos
como ustedes, que estén dispuestos a sacrificarse unos por otros. Así que
tienen derecho a estar aquí, se han ganado el derecho a ser parte de esta
familia.
Ron y Hermione tenían un nudo muy apretado en la garganta, pero
lograron sonreírle a Sirius.
-
Bueno –dijo
Sirius suspirando – terminemos con esto.
Sam no se sentía con mucho ánimo para leer la carta
dirigida a ella, así que metió la mano en el cofre, extrajo el sobre, lo miró
un momento y extendiéndoselo a Sirius, le dijo:
-
Léela tú, por
favor.
Sirius rasgó el sobre, sacó el pergamino y comenzó a
leer en voz alta.
Querida Niña:
Para
que estés leyendo esto, deben haberse dado varias circunstancias, que yo esté
muerto y que Harry, también lo esté.
En vida, me consideré un hombre
más inteligente que el común, pero por esa misma razón mis errores fueron más
catastróficos. Sin embargo, y en mi defensa, debo añadir que muchos de esos
errores fueron producto del amor. Del amor que sentí por tus padres y del que
sentí por ustedes.
También quiero que sepas que
Severus Snape, fue un hombre muy valiente, pero que también cometió errores,
errores de los que se arrepintió profundamente y que trató de enmendar. Es importante que sepas que amó profundamente
a tu madre y trató de salvarla, pero Voldemort no fue nunca misericordioso. No
lo odies, por favor.
Tu hermano ha sido un joven
excepcional. Ha llevado una carga y ha enfrentado peligros que muchos magos
adultos, no habrían podido soportar. Su última prueba fue enfrentarse a la
muerte para salvar a aquellos a los que amaba, y la aceptó valientemente. Debes
sentirte orgullosa de llevar su sangre.
Sirius. Es un hombre valiente y
arrojado. Amó a tus padres como si de sus hermanos se tratara. Sacrificó doce
años de su vida pagando una culpa que no le correspondía. También es un hombre
de sentimientos extremos, así que le costará aceptar ciertas cosas en un futuro
cercano. Ten paciencia.
Tus amigos, la señorita Granger y
el señor Weasley, tienen muchas e importantes habilidades, entre otras, la
inteligencia de una y la fortaleza y lealtad del otro, son un gran tesoro que
te ha regalado la vida, consérvalos. Aún después de la muerte de Voldemort,
lamentablemente, siempre habrá algún peligro que aceche al mundo mágico y deben
permanecer alertas, para evitar que se vuelva a vivir una etapa de terror como
la actual.
Desde que naciste, fue evidente
que la magia se manifestaba en ti con mucho poder. He visto tus progresos a
lo largo de tu vida y no nos
equivocamos. Corre por tus venas la sangre de muchos magos poderosos y has sido
la primera mujer en una larga lista de generaciones de magos. Tengo la
esperanza de que harás buen uso del poder que llevas en la sangre.
Muchos de los encantamientos que
realicé, dieron buenos resultados, otros fracasaron lastimosamente, pero espero
que puedas entender, que estaba obligado a ocultarte ciertas cosas hasta que el
momento apropiado llegase. Solo traté de protegerlos lo más posible. Lo que
verás en el pensadero probablemente te haga odiarme, pero todo lo que hice, lo
hice pensando en el bien mayor. No espero que me perdones y solo me atrevo a esperar
que logres comprender.
Albus
Dumbledore
Cuando Sirius terminó de leer la carta, todos se
miraban con distintos niveles de asombro. Sam sujetaba firmemente la mano de su
hermano, muy contenta de que Harry estuviese vivo y de que Dumbledore se
hubiera equivocado, al menos en eso. Sirius por su parte se preguntaba qué
había querido decir Dumbledore con eso de que “le costaría aceptar ciertas
cosas”. ¿Aceptar qué? Ron y Hermione se preguntaban que nuevos peligros
acecharían al mundo mágico. Y Harry pensaba qué verían en el pensadero, pues
sus anteriores experiencias con esos objetos siempre habían resultado muy
inquietantes.
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