En la mansión de los Lestrange se respiraba un aire de victoria
anticipada. Se encontraban los mortífagos reunidos y todos miraban a su señor
que se encontraba inusualmente alegre.
-
Bella – llamó
Voldemort dirigiéndose a una mujer hermosa, pero cuya cara refleja una
inusitada crueldad- dónde está el niño?
-
Arriba en una
habitación mi señor. Deseas verlo?
-
No. Menshikoff,
vamos necesito hablar contigo – dicho esto un hombre con aspecto hosco se
levantó y lo siguió.
Todos se miraron pero nadie preguntó nada. Voldemort se dirigió a otro
salón y cerró la puerta.
-
Quiero que escuches
atentamente.
-
Si, mi señor –
contestó el hombre.
-
Tomarás al niño y
lo llevarás a tu país, vivirá contigo y con tu mujer, no puedes tener hijos, se
dedicaran únicamente a cuidar a mi hijo, lo protegerás con tu vida, aún tengo
muchos enemigos, así que para su protección llevará el asqueroso apellido de mi
padre, hay poca gente que lo recuerde y menos aún que lo conozca, y llevará por
nombre Mordred. Has entendido?
-
Si, mi señor, pero
puedo preguntarte algo? – dijo el hombre asustado.
-
Qué quieres saber?
-
Por qué el niño no
puede quedarse contigo, mi señor?
-
Eres estúpido acaso
o es que te niegas a cumplir con mis órdenes – y con la crueldad que lo
caracterizaba apunto con su varita al hombre – Cruccio
Los mortífagos que estaban afuera se preguntaban en silencio, qué habría
hecho aquel infeliz para merecer la ira de su señor.
-
Tengo aún mucho
trabajo por hacer, asi que no puedo seguir perdiendo el tiempo contigo.
Levántate llévate al chico y que nadie se entere de dónde están, solo yo debo
saberlo. Ahora lárgate.
El hombre salió lo más aprisa que pudo teniendo en cuenta el daño que
acababa de causarle. Voldemort volvió al salón con el resto de sus mortífagos.
-
Colagusano,
vendrás conmigo. Después que acabe con
los Potter, tú te quedaras para acabar con Black.
-
Mi señor –
intervino Bellatrix con prepotencia – este hombre es un inútil, déjame hacerlo
a mi.
-
Calla – y abofeteó
a la mujer – cómo te atreves a discutir mis órdenes?
-
Mi señor – dijo
colagusano muerto de miedo – yo no puedo…
-
Pero qué dices rata
inmunda? – dijo con un tono de voz peligrosamente bajo – Ya sé que eres un
cobarde, pero tendrás que cumplir mis órdenes si no quieres acabar como tus “amigos”.
Demostrarás tu discutible lealtad o acabaré contigo.
Dicho esto salieron y se perdieron en la noche.
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Después que todo terminó en casa de los Potter, colagusano, que
permanecía escondido, se extrañó de no ver salir a su señor. Pasaba el tiempo y
nada, de pronto escuchó que varias personas se acercaban asi que se escondió lo
mejor que pudo y escuchó. Después de algún tiempo vió aparecer a Dumbledore y
escurrirse dentro de la casa sin que las personas que estaban afuera lo
notaran, pasó otro buen rato y nada sucedía, así que decidió arriesgarse y
entrar transformado en rata, así lo hizo. Vió el cadáver de James en el
vestíbulo y subió, se tropezó con el cadáver de Lily y se dirigía a la cuna
cuando su pie tropezó con algo, vió extrañado la varita de Voldemort, se
transformó nuevamente y se agachó a recogerla y cuando ya se dirigía a la cuna
del niño escucho el ruido de la gente que se acercaba, así que se transformó
nuevamente y se escondió. Vió aparecer a
Dumbledore y a Moody, no vió que hacían pero los escuchó hablar, de ese modo se
enteró de lo que sucedía. Salió apresuradamente y se escondió entre los
matorrales donde volvió a asumir su figura humana. Pasó todo el día escondido,
sin saber qué hacer, anocheció nuevamente y él seguía allí esperando. De pronto
vió a la persona que había estado esperando apareció Sirius en su moto
precisamente cuando Hagrid salía de la casa con un bulto que él suponía era el
pequeño Harry, vió discutir a Sirius y a Hagrid hasta que por fin Hagrid se
subió a la moto de Sirius. Colagusano había ido acercándose y escucho las
últimas palabras de los dos hombres.
-
A dónde irás –
preguntó Hagrid.
-
Tengo que encontrar
a alguien.
Hagrid desapareció y Sirius comenzó a andar. Las lágrimas le cegaban, la
rabia era como un ácido que lo carcomía por dentro, pero aún así tenía una
pequeña sombra de duda. Sería que lo habían torturado y no había podido
resistirlo?
-
Maldito cobarde,
cualquiera de nosotros habría muerto, antes de entregarte. Pero juro que voy a
encontrarte – gritó a la noche.
Justo en el momento en el que giraba para desaparecerse, vió la cara del
hombre en el que había estado pensando, y éste lo aferraba por el hombro.
Cuando llegaron a destino Sirius estaba tan sorprendido que solo se le
quedó mirando.
-
No necesitas
buscarme, pero tampoco permitiré que me acusen por lo que sucedió – dicho esto
apuntó su varita al piso y abrió la
calle, la fuerza de la maldición acabó con la vida de varios muggles, ya que
habían aparecido en una calle transitada por muggles, después se cortó un dedo
y desapareció.
Prácticamente enseguida, comenzaron a aparecer empleados del Ministerio,
ya que se había realizado magia en una zona de muggles, y lo que vieron los
horrorizó. Enseguida corrieron hacia Sirius y creyéndolo peligroso lo
desarmaron, éste se encontraba en tal estado de conmoción que solo atinó a
reírse como un desquiciado. Lo llevaron al Ministerio y sin más trámite lo
enviaron a Azkaban.
De esta forma, las últimas órdenes de Voldemort se cumplieron “casi” en
su totalidad.
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