La Magia de Harry Potter

Los personajes y el mundo donde se desarrollan las historias que se publicarán en este Blog son de la exclusiva propiedad de J.K. Rowlings, solo la trama y algunos personajes me pertenecen y por esa razón los nombres de los mismos serán utilizados en otras historias. Bienvenidos y espero que disfruten de las historias. Merlina

sábado, 8 de febrero de 2014

Y si todo hubiese sido distinto - cap. 12 -

Howgarts

El último 31 de julio, las vidas de Harry y Samantha habían cambiado drásticamente, la noticia de que se tenían el uno al otro y de que pronto estarían juntos estudiando en la mejor escuela de magia del mundo, los hacía muy felices. Para Harry supuso un cambio importante en su rutina, ya que los Dursley prácticamente no se dirigían a él, esto de por sí suponía una mejoría, y pasaba casi todo el día solo en su habitación hojeando los nuevos libros del colegio, los cuales encontraba muy interesantes. Tanto él como su hermana, habían hecho buen uso de sus regalos de cumpleaños, porque aunque a Harry no le gustaba escribir mucho, lo había hecho casi a diario. Los chicos habían llegado al acuerdo de escribirse para contarse cosas de sus vidas y así lo habían hecho.
Entre tanto Samantha, prácticamente se había recluido en su habitación, olvidándose de sus acostumbrados paseos por el campo, y se pasaba el día leyendo los libros de hechizos. Entre los libros había uno muy interesante Historia de Hogwarts. Todos los días escribía a Harry y él le contestaba a días alternos, había notado que a su hermano no le gustaba mucho escribir, así que se alegraba mucho cuando veía llegar a Hedwig, era el nombre que había escogido su hermano para su lechuza, según le dijo era un nombre que había encontrado en uno de los libros, ella por su parte le había colocado por nombre Gipsy, a la suya y el animal parecía estar contento con su nombre.
El profesor les había dicho a los niños que debían estar el 1° de septiembre en la  estación de King Cross en Londres, el tren para el Colegio partiría a las 11 en punto. La madre Cecilia había hecho arreglos con el Jhonson, que era una especie de mayordomo, él junto con su esposa debían ir a Londres por unos asuntos familiares, así que la niña viajaría con ellos que la dejarían en la estación, lo único malo era que tendría que permanecer sola un buen rato ya que los señores Jhonson debían estar a las 10:30 en su lugar de destino. Esto no importó mucho a la niña, estaba muy emocionada ya que al día siguiente vería nuevamente a su hermano.
Repasó todas sus cosas, de modo de no dejarse olvidado nada, estaba todo listo así que decidió que había llegado el momento de ir a despedirse de la madre Cecilia, ya que como tenían un largo camino que recorrer partirían esa noche.
-          Así que ya llegó la hora de que nos dejes jovencita – dijo la madre al verla acercarse.
-          Si, madre, pero antes de irme quería darle las gracias, han sido ustedes muy buenas conmigo, a pesar de pertenecer a dos mundos tan diferentes.
-          Ha sido un placer tenerte entre nosotros, querida. Y sí, son mundos diferentes pero tampoco son tan diferentes como creemos – dijo la mujer – en ambos hay bondad y hay maldad.
La niña en un súbito arranque se abrazó a la madre y sollozó.
-          Vamos, vamos – dijo la monja – no es como si no fuéramos a vernos nunca más, tengo entendido que puedes venir en verano.
-          Madre y si la magia es mala – dijo asustada la niña – como dice la madre Teresa?
-          A ver cariño, qué es la magia? Lo sabes? – preguntó la mujer. La niña negó con la cabeza.
-          Según y cómo yo veo las cosas, la magia es un puente, un puente entre el mundo real y el irreal, entre lo que conocemos y lo que no, y mientras cruzas ese puente aprenderás a vivir entre ambos mundos. Son pocos los que tienen ese privilegio, y si Dios te ha escogido a ti, aprovéchalo lo mejor que puedas.
La niña sonrió a la mujer, hablaron un rato más y al final se despidieron. La madre Cecilia se quedó un buen rato observándolos alejarse por el camino. No sabía si lo que le había dicho a la niña había logrado disipar sus dudas, pero fue lo único que se le ocurrió, era, palabras más, palabras menos, lo que le había dicho su padre hacía mucho tiempo. También tomó nota mental de hablar con la madre Teresa, sabía que tenía buenas intenciones, pero no era conveniente que anduviera por ahí aterrorizando a los niños. Dio una última mirada a los viajeros y dijo para sus adentros. Que Dios te acompañe Samantha y te depare un mejor futuro que a tus infortunados padres. Suspiró y se retiró a sus quehaceres.
Mientras tanto en casa, Harry se había percatado de que no sabía cómo llegaría a la estación al día siguiente, así que decidió bajar a hablar con sus tíos. Después que dejó arreglado ese asunto, revisó que todo estuviera listo y se acostó. Se quedó pensando un rato con cierta preocupación en lo que dijo su tío cuando le informó de dónde debía tomar el tren, pero decidió que no tenía que preocuparse, hasta ahora todo había salido de maravilla.
Eran las 10:30 de la mañana y había mucha agitación en la estación King Cross. Harry iba a toda prisa ya que su tío había tenido la extraña gentiliza de llevar sus cosas, aunque tenía una sonrisa malévola en su cara. Vio a Samantha y corrió más de prisa a abrazar a su hermana. Cuando se separaron, vio que la niña tenía una expresión de preocupación, así que le preguntó a qué se debía, pero cuando la niña iba a hablar llegó el tío Vernon y Harry se volvió y empezó a decir:
-          Ella es…
-          No, nos interesa – dijo Petunia con su habitual cara de asco. Harry sintió un acceso de ira pero Samantha le apretó el brazo.
-          Bien chico, - dijo Vernon Dursley con sorna - plataforma 9 y plataforma 10, parece que la tuya aún no la construyen.
Los tres Dursley les dieron la espalda y comenzaron a caminar hacia la salida. Samantha miró a Harry y le dijo:
-          Eso es lo que iba a decirte cuando llegaste, dónde está la plataforma 9 ¾?
-          No te preocupes – dijo Harry, aparentando más confianza de la que en realidad sentía. La verdad era que pensaba que estarían en un buen lío si no encontraban la plataforma, con los dos baúles, las jaulas de las lechuzas y con dinero mágico en los bolsillos no era mucho lo que podían hacer. Pero no dijo nada para no preocupar más a su hermana.
Harry se acerco a un guarda y le preguntó, pero al no poder dar detalles ni siquiera del sitio a dónde se dirigían, el hombre se molestó y se fue. De pronto Harry le escuchó la palabra muggle a una familia que caminaba muy de prisa y decidió seguirlos. Después de intentar ver a dónde se dirigían, sin conseguirlo, se acercó a la que parecía la madre y le preguntó. La mujer muy amablemente le dio la información. Harry le agradeció y él y su hermana hicieron lo que les indicaban. Al pasar la barrera se quedaron sorprendidos, pero no se detuvieron a mirar mucho sino que se apresuraron a abordar el tren. Casi no podían con el peso de los baúles y unos gemelos se acercaron a ayudarlos, se presentaron como Fred y George Weasley. Después que ya estaban acomodados en el vagón, apareció uno de los chicos que parecía el hermano menor de los gemelos que los ayudaron a subir los baúles y les preguntó si podía sentarse con ellos. El chico se quedó mirándolos y luego desvió la vista como avergonzado y enseguida entraron los gemelos.
-          Harry él es nuestro hermano Ron, pasaremos por aquí más tarde – y salieron.
-          Así que de verdad son ustedes – dijo Ron-  pensé que era otra broma de Fred y George,  en los últimos días se ha hablado mucho de ustedes.
-          De veras? Y eso por qué? – preguntó Harry.
-          Por qué? – repitió Ron – vamos hombre El Profeta, no ha hecho otra cosa que hablar de la aparición de tu hermana. – Harry miró a Samantha y vio que no le gustaba mucho la idea. – En verdad que son idénticos – dijo Ron.
-          El Profeta? – preguntó Samantha – Qué es eso?
-          Es el periódico.
Así fue pasando el tiempo. Ron y Harry hablaban animadamente y poco a poco Samantha se había ido integrando a la conversación. Ron sentía tanta curiosidad por ellos, como ellos por él. Cerca del mediodía una mujer asomó la cabeza al vagón.
-          Quieren algo del carrito, queridos?
Harry y Samantha que tenían mucha hambre no lo dudaron y fueron dispuestos a comprar tantas cosas como pudieran. Pero al llegar al carrito no había nada que conocieran. Así que compraron un poco de todo y volvieron a sus asientos con sus compras. Ron los miraba con los ojos como platos. Debía ser fantástico tener tanto dinero. Pronto Ron olvidó su emparedado y estaba compartiendo con los chicos y explicándoles que era cada cosa. Se divirtieron mucho con las grageas de todos los sabores y Harry y Samantha decidieron comenzar su colección de cromos que venían en las ranas de chocolate.
Entre tanto Ron les contó acerca de su familia. Tenía seis hermanos, dos de ellos ya habían dejado el colegio. El mayor se llamaba Bill y trabajaba en Egipto, para Gringotts, el banco mágico. Charlie estaba en Rumania, estudiando dragones. Percy estaba en quinto y era prefecto. A los gemelos ya los habían conocido y Ginny, la única hembra, iría a Hogwarts  el año entrante. Por el contrario, Harry y Samantha podían decir muy poco que Ron no supiera, en verdad parece que todo el mundo sabía más de ellos que ellos mismos. Así que después de hablar de su familia, pasó a hablar de su rata Scabbers, al parecer no estaba muy contento con ella, se quejaba que al igual que todo lo que tenía, había pertenecido anteriormente a alguien, en este caso a Percy. En ese momento entró un chico regordete preguntando si habían visto un sapo.
-          Lo pierdo todo el tiempo – dijo el niño y se marchó.
Volvieron al tema de Scabbers.
-          Fred me enseño un hechizo para volverla amarilla, quieren ver? – preguntó Ron.
-          Si – dijeron ambos niños.
Ron sacó la varita y se disponía a hacer el hechizo. Cuando alguien más entró.
-          Han visto un sapo? – dijo una chica con voz de mandona – Un niño llamado Neville lo perdió. Ah! Estas haciendo magia, veamos – y entró y se sentó.
La miraron asombrados, pero continuaron. El hechizo no resultó. Y la chica  dijo:
-          No es muy efectivo, no? Yo he practicado algunos sencillos. Nadie en mi familia es mago, fue toda una sorpresa cuando recibí mi carta, estoy tan emocionada ya me he aprendido todos los libros de memoria, yo soy Hermione Granger por cierto…y ustedes son…
-          Ron Weasley.
-          Harry Potter.
-          De verdad eres tú? Entonces tu… - dijo mirando a Samantha – claro, cómo no me di cuenta? Lo sé todo acerca de ustedes. Harry, tú apareces en la mitad de los libros de magia moderna y tú Samantha has aparecido en El Profeta todos los días durante el último mes. Bueno, los veré más tarde.
Los chicos todavía estaban asombrados cuando la chica abandonó el vagón. Decidieron olvidarla y seguir con sus dulces. Pero unos nuevos visitantes entraron. Era el chico rubio del Callejón Diagon.
-          Es verdad? – dijo el chico – Por todo el tren están diciendo que los Potter están en este vagón. Con que son ustedes, no?
-          Sí – dijo Harry.
-          Estos son Crabbe y Goyle y yo soy Draco Malfoy.
Ron dejó escapar una risita.
-          Te parece gracioso mi nombre? No tengo que preguntar el tuyo, mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y con más hijos de los que pueden mantener. Pronto se darán cuenta – dijo el rubio, mirando a Harry y a Samantha – que hay familias mejores que otras, yo puedo ayudarlos – dijo extendiéndole una mano a Harry.
-          Gracias – dijo Harry, mirándolo con desprecio – pero yo puedo darme cuenta solo quienes son los indebidos.
-          Yo en tu lugar tendría cuidado Potter, terminarás como tus padres si sigues con gentuza como esta.
Harry y Ron se pararon al mismo tiempo. Pero Samantha fue sorprendentemente más rápida y antes de que nadie se diera cuenta había estampado una sonora bofetada en la cara del rubio. Enseguida Harry y Ron la halaron y se pusieron delante de ella.
-           Espero que no te guste Weasley, señorita Potter, sería en verdad muy lamentable – dijo mirándola con sorna.
-          Eres despreciable – dijo Samantha – si no te vas ahora mismo…
-          Qué?
Pero en eso escucharon un grito, Scabbers estaba colgada del dedo de uno de los amigos de Malfoy que intentaba coger un dulce. Este sacudió la mano y la rata pegó contra la ventana. Los chicos salieron y los dejaron en paz. El resto del viaje transcurrió sin más contratiempo.
Antes de llegar a la estación se cambiaron y apenas llegaron y se bajaron vieron a Hagrid que llamaba a los de primer curso.
-          Harry, Samantha, todo bien? –les preguntó.
Subieron a unos botes y atravesaron un gran lago. Después de unos minutos divisaron las torres del castillo, hubo una exclamación general de asombro. Realmente era una visión extraordinaria.
Llegaron a unas escaleras donde fueron recibidos por una mujer mayor a la que Hagrid llamó profesora McGonagall. Los chicos llegaron a la rápida conclusión de que ésta era una mujer con la que era mejor no tener problemas.  Esta les dio una breve explicación en lo referente a las casas y luego los condujo al Gran comedor para la selección.
Fueron llamando a cada uno de los chicos, se subían a un taburete, se colocaban un sombrero  y este gritaba el nombre de una casa. Samantha estaba sumamente nerviosa. Cuando llamaron a Harry se hizo un súbito silencio en el Gran Comedor, ya llevaba rato con el sombrero puesto, con nadie más se había tardado tanto. Por fin el sombrero grito:
-          Griffindor !!!!
La mesa de Griffindor estalló en aplausos.
-          Potter, Samantha
Samantha subió con las piernas que parecían de gelatina, se dio cuenta que el salón se había quedado en silencio otra vez.
-          Otra Potter – oyó Samantha y se sobresaltó – mmm inteligente, sí, veo mucho talento y valor, dónde te pondré?
-          Mientras no sea Slytherin, cualquiera estará bien – pensó la niña.
-          Igual que tú hermano, no? –oyó que decía el sombrero – muy bien, GRIFFINDOR!!!
Respiró aliviada y caminó contenta hacia la mesa de Griffindor. Su hermano la abrazó y se sentaron.  Cuando terminó la selección y el director se levantó les dio la bienvenida y apareció el banquete. Comieron y después de los postres el director les habló de nuevo para darles ciertas instrucciones que incluía la prohibición de ir al pasillo del tercer piso. Después se levantaron y fueron conducidos a la torre de Griffindor. En la sala común se despidió de su hermano y de Ron y subió a su habitación. Compartía habitación con Hermione Granger, Parvati Patil, Lavender Brown y Sally Ann Perks. Sus cosas ya estaban al pié de su cama. Se acostó y comenzó a repasar todas las cosas que habían sucedido en las últimas horas. Pensó en su hermano y en lo feliz que estaba de tenerlo cerca y entonces se sobresaltó, le pareció escuchar claramente que su hermano le decía “yo también estoy feliz de tenerte conmigo”, decidió que debía estar muy cansada, cerró los ojos y se durmió.
En su habitación Harry estaba conversando con Ron, cuando de pronto pensó en su hermana y “escucho” que le decía que estaba feliz de estar con él y le contesto que él también. Ron se volteó a mirarlo.
-          Qué pasó – preguntó Ron
-          Por qué? – preguntó a su vez Harry
-          Te quedaste a mitad de una frase.
Harry le dijo que se había distraído, se acomodó en su cama, le dio las buenas noches a su amigo y se quedó dormido.
A la mañana siguiente cuando bajaron a la sala común, ya Samantha estaba esperándolos. Bajaron juntos al comedor y mientras estaban desayunando  la profesora McGonagall pasó entregándoles los horarios de clases.
-          Harry – dijo Samantha, mientras éste leía el horario – anoche me pasó algo muy extraño.
-          A mí también – dijo Harry
Hablaron brevemente de lo que les había sucedido y de cómo se habían escuchado. Samantha concluyó que probablemente les pasaba a todos los gemelos y recordó algunas cosas que le habían sucedido cuando aún no conocía a Harry y se lo contó, ambos supusieron que los moretones eran de cuando Duddley y su pandilla lo agarraban de saco de boxeo. Como no tenían modo de averiguar nada más lo dejaron así.
-          Bueno, suponiendo que esto sea normal – dijo Harry – puede ser una ventaja.
-          Por qué lo dices? –preguntó a su vez Samantha
-          Míralo de este modo. Si alguno de los dos está en problemas el otro lo sabrá y podrá acudir en su ayuda.
La niña sonrió, le dio la razón a su hermano y quedaron en practicar comunicarse cada vez que fuera posible y perfeccionar lo acababan de descubrir. Y contentos se marcharon a sus primeras clases.
Los chicos no tenían idea de la cantidad de cosas que aún les faltaba por descubrir.

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