Sabrina despertó sobresaltada, se levantó y fue a ver
a la niña, pero estaba dormida, comenzó a pasearse por toda la estancia. Había
tenido un mal día y aparentemente la noche no sería mejor, miró la hora, era un
poco más de medianoche. Se preparó un poco de té, se lo bebió lentamente y
luego volvió a acostarse. No sabía que le pasaba, pero estaba segura de que
algo no iba bien. Despuntaba el alba cuando logró conciliar un agitado sueño.
Acababa de terminar con el desayuno de de Samantha
cuando tocaron la puerta. Fue a abrir y
se encontró con Minerva.
-
Buenos días
profesora –saludó
-
Buenos días,
Sabrina –dijo a su vez, McGonagall – vengo a quedarme un momento con la niña,
el profesor Dumbledore desea verte en su despacho, utiliza el pasaje secreto
por favor, los pasillos están llenos de alumnos.
-
Está bien
profesora, trataré de volver lo antes posible.
Le dió un beso a su pequeña ahijada y salió rumbo al
despacho del director. Caminó por un estrecho pasadizo y al llegar al final
asomó cuidadosamente la cabeza para asegurarse de que no había nadie, dijo la
contraseña y subió. El director la esperaba y la hizo pasar.
-
Buenos días, Sabrina
– saludó el anciano – siéntate por favor.
-
Buenos días,
profesor – saludó a su vez – dígame, para qué me mandó a llamar?
El anciano se quedó observándola, con aquellos ojos
que parecían traspasarte, juntó las yemas de sus dedos y se quedó un momento
pensativo. Luego se levantó, caminó hasta ella y le tomó las manos. Todo esto
disparó una súbita señal de alarma en la mente rápida de Sabrina, algo no
estaba bien, esa actitud del director no era habitual.
-
Debes ser fuerte
querida niña –dijo con voz suave – lo que tengo que decirte va a causarte mucho
dolor.
-
No… -dijo la joven
-
Lo lamento
profundamente, pero James y Lily están muertos.
Sabrina no se dio cuenta de que se había puesto de
pie, pero de pronto por su cerebro empezaron a circular una serie de imágenes
de todos los años pasados juntos, Lily en el expreso de Hogwarts, Lily en el
comedor, Lily en un baile con James, James atrapando la snitch, James y Sirius
alborotando en la sala común, Lily
confiándole que estaba embarazada, Lily y James el día de su boda, el
día del nacimiento de los gemelos, el bautizo y por último el día de la
despedida y las palabras de Lily resonaron en su cabeza “No sé por cuánto tiempo llevarás esta responsabilidad sobre tus hombros,
pero cuídala mucho y asegúrate de decirle a diario que la amamos”. En ese
momento se quebró, profirió un tremendo grito de dolor y cayó de rodillas ahogada en un mar de lágrimas.
Dumbledore, sentía una profunda pena, pero aún debía
darle una noticia igualmente dolorosa, sin embargo le concedió unos minutos
para que se desahogara un poco. Luego la ayudó a levantarse y a sentarse
nuevamente. Cuando la vió un poco más calmada y se disponía a hablar, ella lo
hizo primero.
-
Dónde está Sirius,
aún no ha vuelto de su misión, ya sabe todo esto? – pregunto aún sollozante.
-
Sabrina, debes ser
fuerte – comenzó el director y vió el espanto en los ojos de la muchacha – sé
que no será fácil aceptar lo que voy a decirte, pero Sirius fue el que
traicionó a los Potter – y con paciencia procedió a explicarle todos los
sucesos.
Mientras el director hablaba Sabrina sentía una
opresión en el pecho que amenazaba con explotar, un dolor tan intenso se había
apoderado de ella, que creía que en cualquier momento se partiría por la mitad.
Dumbledore seguía hablando, pero no estaba seguro de si la chica lo estaba
escuchando, tenía una mirada como ausente. Terminó de narrar los hechos y
guardó silencio. Sabrina fijó sus ojos en los de él y preguntó con una
serenidad que lo sorprendió:
-
Y eso es todo, lo
dejaron ASI, NO INVESTIGARON? – a medida que hablaba su ira crecía y su voz iba
en aumento.
-
Sabrina, entiendo
cómo te sientes, pero…
-
NO, no entiende.
Acaban de enviar a un hombre inocente a Azkaban, sin pruebas, sin juicio. Eso
le parece justo?
-
Sabrina, -dijo con
paciencia – parece que has olvidado que Sirius era el guardián secreto de los
Potter.
-
No, usted – y
acentuó la última palabra – ha olvidado que ellos acordaron que sería alguien
más, alguien menos obvio.
-
Pero eso nunca
sucedió, James no me avisó.
-
El que no se lo
haya dicho, no significa que no lo
hiciera.
-
Sabrina, hubo
testigos del hecho. Entiendo que te cueste aceptarlo, pero Voldemort era
especialista en seducir a la gente y Sirius pertenece a una familia, que es por
todos sabido que apoya las ideas de Voldemort. Además teniendo en cuenta los
que Voldemort le hizo a Regulus, es apenas natural que Sirius…
-
NO SE ATREVA
SIQUIERA A INSINUAR QUE SIRIUS ERA UN COBARDE – grito la chica fuera de sí – Y
TAMPOCO ERA UN TRAIDOR, HABRIA PREFERIDO MORIR ANTES DE ENTREGAR A SUS AMIGOS.
-
Escúchame…
-
Ya escuché
suficiente – dijo Sabrina. Miró a Dumbledore con odio, pero habló con una
frialdad como si hace un minuto no hubiese estado gritando – no me importa si
usted no lo cree, no importa que todo el Ministerio diga que es culpable.
Sirius Black no es un asesino y voy a demostrarlo.
Salió dando un portazo. Dumbledore consideró por un momento seguirla, pero después pensó que
sería mejor darle algo de tiempo para asimilar todos los horrores que acababa
de contarle. También pensó en todo lo que dijo la joven y duda se clavó en su
mente. Y si estaban equivocados? Y si habían cometido un error? Y si James en
verdad había cambiado de guardián sin participárselo? Pero por qué no se lo
había dicho, en caso de que efectivamente hubiese sucedido así, había tenido la
oportunidad de hacerlo, hacía pocos días que había hablado con él en ocasión de
pedirle la capa de invisibilidad. No tenía respuesta para esas preguntas. Miró
a los retratos de los antiguos directores y dijo:
-
En verdad que el
amor es una fuerza maravillosa – y con estas enigmáticas palabras se dispuso a
abrir el correo que estaba llegando en ese momento.
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