La Magia de Harry Potter

Los personajes y el mundo donde se desarrollan las historias que se publicarán en este Blog son de la exclusiva propiedad de J.K. Rowlings, solo la trama y algunos personajes me pertenecen y por esa razón los nombres de los mismos serán utilizados en otras historias. Bienvenidos y espero que disfruten de las historias. Merlina

sábado, 8 de febrero de 2014

Y si todo hubiese sido distinto - cap. 18 -

Explicaciones

Harry luchaba para que no lo separaran de su hermana.
-          Suéltala Harry –decía Dumbledore- En teste momento no puedes hacer nada por ella y tengo que sacarte de aquí.
De todas las chimeneas salían aurores y distintos miembros del ministerio incluido el ministro. Estaban atónitos con los destrozos que veían a su alrededor y más aún los que habían alcanzado a ver a Voldemort.
-          Dumbledore –chilló Fudge - ¿Qué significa esto?
-          Los mortífagos entraron al ministerio, Cornelius – contestó el director- y Voldemort estaba con ellos
-          Lo sé, lo vi.
-          Entonces, como verás lo que te he estado diciendo durante todo el año, es cierto. Ahora, si bajas a la Cámara de la muerte encontraras a unos cuantos mortífagos atados. Entre ellos está Pettigrew, comprobarás, como te lo había dicho también que Sirius Black era inocente. Después de que envíe a Harry y a todos mis alumnos de vuelta al colegio, te concederé media hora de mi tiempo para explicarte lo más importante y si después necesitas comunicarte conmigo, recibiré  todas las lechuzas que vayan dirigidas al director.
Le dio la espalda a un estupefacto Fudge y se dirigió a Harry.
-          Harry escúchame –le dijo agarrándole por los hombros – en media hora me reuniré contigo. Agarró la cabeza de la estatua del mago la convirtió en un traslador y envió a Harry a su despacho.
Los heridos fueron reunidos y enviados, unos a San Mungo y los chicos a la enfermería del colegio. Los mortífagos permanecían custodiados por los aurores y los miembros de la Orden que aún estaban en pie. Dumbledore habló con Fudge y luego regresó al colegio.
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Harry se sentía destrozado, no soportaba ser quien era. El tenía la culpa de que sus padres hubieran muerto, de que Sirius hubiera muerto, que sus amigos estuvieran heridos y su hermana…no sabía cómo estaba Sam pero sentía que estaba viva ¿o solo se trataba de su deseo de que así fuera? La desesperación lo estaba consumiendo y quiso salir de allí pero estaba encerrado. Después de un rato llegó Dumbledore y procedió a explicarle todos los acontecimientos que los habían llevado hasta aquel día. Harry le gritó al director, destrozó la mitad de su despacho pero al final escuchó. Escuchó la razón por la que Voldemort lo había perseguido desde que nació, la razón por la que había sido separado de su hermana, la razón por la que tenía que volver todos los veranos a Privet Drive hasta su mayoría de edad, y finalmente el contenido de la profecía.
-          Pero…podría no ser yo – dijo Harry
-          Me temo que no hay ninguna duda, al atacarte, Voldemort te señaló como su igual y con su ataque te transmitió unos poderes que te han permitido escapar de él, no una, sino cuatro veces ya. Pero escúchame bien Harry, no solamente a ti, sino a tu hermana también. Y finalmente, ustedes poseen un poder que Voldemort no conoce.
-          Pero si no tenemos ninguno – replicó el chico, aterrado al pensar que entonces, su hermana estaba en peligro también
-          Piensa Harry, esta noche han dado muestras de ese poder. Cuando Voldemort poseyó tu cuerpo, fueron capaces de expulsarlo, solo gracias al enorme amor que hay dentro de ustedes.
Harry recordó lo que había sentido en esos terribles momentos, la alegría que sintió al pensar en que vería a sus padres, a Sirius y luego la corriente de amor que sintió pasar a través de sus dedos cuando su hermana sujetó su mano y le habló.  Entonces entendió.
-          Voldemort nunca más intentará poseerte, porque eso le produce un dolor insoportable y lo más triste, para él, es que no puede entender por qué, mientras que esa, es la mayor fortaleza que ustedes poseen.
Harry se quedó un momento mirando al vacío. Ante sí, se presentaba un futuro incierto. Tendría que matar a Voldemort o Voldemort lo mataría a él, pero no podía permitirlo, si Voldemort lo mataba iría por Sam y una gran angustia se apoderó de él al tiempo que tomaba una decisión. Emplearía todas sus fuerzas en acabar con Voldemort. Sintió que sus piernas fallaban y un dolor muy fuerte en el lado derecho de su cuerpo, así que buscó sentarse. Dumbledore que había estado observando al muchacho, vio como se formaba la determinación dentro de él y se sintió satisfecho, pero luego vio con preocupación que el cansancio físico estaba cobrando su cuota.
-          Harry, una última cosa, puedes estar tranquilo, tus amigos estarán bien y ninguno tendrá secuelas de lo sucedido.
Harry volvió a sentir el peso de la culpa. Pero su cerebro empezaba a nublarse. Trató de hablar pero perdió el sentido.
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En la enfermería Madame Pomfrey estaba muy atareada, a pesar de que la mayoría de los  chicos estaba recuperándose bien, había decidido que debían permanecer unas cuantas horas en observación. Los que estaban conscientes charlaban entre sí y los que no, estaban separados por unos biombos.
Harry abrió los ojos y por un momento no supo dónde se encontraba. Estaba acostado en una cama y supuso que estaba en la enfermería. Tanteó en la mesita y encontró sus gafas y se las colocó.
-          Cómo te sientes – preguntó el director.
Harry miró la cara preocupada del director y luego más allá vio a Hermione  tendida en una cama y del otro lado a su hermana.
-          Sam – dijo e intentó levantarse, pero sintió un dolor lacerante hacia un costado de su cuerpo, pero como no recordaba haber recibido ninguna herida miró al director.
Dumbledore le impidió levantarse y  contestó la pregunta que se había formado en la cabeza de Harry:
-          Permanece inconsciente, Harry. Una herida algo seria causada por una maldición, pero se repondrá, también la energía que empleó al establecer contacto físico contigo mientras Voldemort te tenía poseído, la dejó muy agotada.
Harry se tranquilizó un poco y preguntó por sus amigos.
-          El señor Weasley tiene algunas marcas dejadas por su pelea con el cerebro, pero nada serio. A la señorita Weasley ya le repararon el hueso roto. El señor Longbothom solo tiene unos cortes. La señorita Lovegood está perfectamente bien, y la señorita Granger recibió una herida parecida a la de tu hermana, pero el hechizo perdió potencia porque no pudo ser pronunciado en voz alta, así que también se repondrá.
A Harry le dieron una poción analgésica y una para dormir sin sueños. Así que pocos minutos después dormía profundamente.
Los rayos del sol de filtraban por las ventas cuando Harry abrió los ojos. Estiró las manos para coger sus gafas y se incorporó un poco en la cama. El dolor había disminuido.
-          ¿Sam?
-          ¿Harry estás bien? – preguntó la chica con voz queda.
-          Eso creo.
Tres cabezas se asomaron. Harry y Sam se alegraron mucho de verlos bien.
-          Veo que han despertado – dijo Ron, acercándose a la cama de Hermione, quien también se despertaba en ese momento.
Entró Madame Pomfrey y les administró sus pociones y les dijo a los dos Weasley, a Neville y a Luna que ellos ya podían salir de la enfermería, sin embargo los chicos se quedaron con sus amigos. Sam y Hermione se encontraban ligeramente incorporadas en sus camas, Harry estaba sentado a los pies de la cama de su hermana, Ron en la de Hermione y Neville, Luna y Ginny en la de Harry cuando entró el director.
-          Buenos días – dijo con voz cansada. Tenía aspecto de no haber podido descansar mucho – Me alegro de verlos a todos mejor.
-          Señor, -dijo Harry- ¿Podría hablar un momento con usted?
El chico quería conversar con el profesor acerca del funeral de Sirius, habría dado cualquier cosa por no tener que hacerlo, pero nada ganaba retrasándolo, el dolor no sería menor. Pero no quería hacerlo en presencia de su hermana ni de sus amigos.
-          ¿Podrías esperar Harry? Hay alguien a quien deben ver primero.
Harry pensó que no le apetecía, en nada, hablar con Fudge. Aparte de que aún no se sentía muy dispuesto a perdonarle todo lo que le había hecho pasar en el último año.
-          De acuerdo – dijo desanimado
Pero quien entró no fue Fudge sino…
-          SIRIUS… - dijo todo un coro de voces felices e incrédulas – Pero…yo te vi…tú estabas…es decir…la maldición…
Harry desistió de tratar de decir algo coherente y corrió a abrazar a su padrino. Ron se levantó y estrechó la mano del hombre al igual que los demás, Hermione no podía levantarse aún pero le sonreía contenta y Sam lo miraba desde su cama con abundantes lágrimas corriendo por su rostro. Sirius saludó a todos y se acercó a Samantha.
-          Tendremos que cambiar el libreto princesa – dijo divertido – cada vez que te veo tengo que pedirte que dejes de llorar.
Pero las lágrimas en vez de disminuir aumentaron. Sirius la abrazó con delicadeza para no lastimarla, la besó en la frente como hacía siempre y estuvo un rato acariciándole el cabello. Harry estaba tan feliz que podría ponerse a cantar. Cuando la chica se calmó, Sirius comenzó el relato de lo que había sucedido. Les explicó que la maldición asesina de Bellatrix no le dio, porque ya lo había alcanzado una maldición Desmaius que otro mortífago le había lanzado por la espalda, de modo que la de Bellatrix pasó y le dio al mortífago que estaba tras él. Cuando lo reanimaron lo llevaron ante Fudge para interrogarlo y aunque el ministro no se mostraba muy inclinado a creerle, al final tuvo que ceder cuando Kingsley le administro a Colagusano Veritaserum y éste contó toda la historia. Todo eso había tomado toda la noche y aunque él estaba desesperado por verlos, no había podido zafarse hasta hacía poco.
Pasaron toda la mañana charlando. Algunos compañeros y todos los miembros del ED fueron a visitarlos, algunos realmente se asustaron mucho al ver a Sirius Black, así que hubo que explicar varias veces que era inocente. La visita más incómoda fue la de los gemelos Weasley que llegaron junto con sus padres. Fred experimentaba una serie de sentimientos. Estaba indignado con Harry por haber expuesto a Sam a semejante peligro, curiosamente no pensaba en sus propios hermanos, al mismo tiempo sentía un gran alivio al verla bien, por otra parte se preguntaba si podría soportar una vida de sobresaltos como la que le esperaría, llevaba cinco años conociendo a la chica y siempre andaba enredada en algún lío junto con su gemelo. Y el sentimiento que se sobreponía a todos en ese momento era de una gran impotencia, porque quería abrazarla, sentir que podía protegerla, pero, desde que él llegó, Sirius no se había apartado ni un instante de la chica y la tenía abrazada posesivamente.
Cuando se acercaba la hora de la cena, la enfermera los hizo salir a todos diciendo que ya habían tenido suficientes visitas por ese día. El único que pudo quedarse fue Sirius, por supuesto, por orden de Dumbledore. Comió con los chicos mientras continuaban hablando animadamente. A lo largo del día madame Pomfrey había entrado varias veces a administrarles las pociones que Hermione y Samantha debían tomar y ya en la  noche se sentían bastante mejor, aunque aún no se les permitía levantarse. Sam se dio cuenta de pronto que Sirius estaba que se caía de agotamiento y lo mandó a dormir, pero él se negó a irse hasta que ellos no se hubiesen dormido, así que  la chica le pidió una poción para dormir a madame Pomfrey y casi al instante se quedó dormida.
A la mañana siguiente se sentían mucho mejor y Harry fue dado de alta, pero ni Hermione ni Samantha podían salir aún, lo que las puso de muy mal humor, pero cuando Sam intentó ponerse de pie se dio cuenta de que había sido acertada la decisión de la enfermera. Las dos chicas estaban solas en la enfermería ya que los demás habían venido por Harry y habían ido todos al comedor a desayunar.
-          Sam – dijo Hermione - ¿qué va a pasar con Fred?
-          ¿A qué te refieres?
-          Ayer cuando estuvo aquí, casi no le prestaste atención y se veía muy molesto.
-          Pues no sé por qué. Él ni siquiera se acercó a hablarme, apenas si me saludó.
-          ¿Y cómo iba a hacerlo?, si Sirius parecía un león a punto de saltar y no se apartó ni un momento de ti.
-          Y qué querías que hiciera, Sirius siempre va a estar en mi vida, así es que si…
-          Sam, -la interrumpió Hermione- a lo que me refiero es a que tienes que tomar una decisión, si vas a estar con Fred, debes hablar con Sirius.
Hermione notó que la chica iba a responder airada  y no la dejó.
-          No quiero de te enfades conmigo, solo estoy tratando de ayudar – dijo afligida-
-          Lo siento, -respondió arrepentida- no estoy molesta contigo, es que toda esta situación es incómoda.
Hermione decidió no insistir, mejor dejarle tiempo para pensar, además a los pocos minutos llegaron los chicos. Pero Hermione se sentía incómoda, había una idea en la periferia de su cerebro que no lograba salir a flote.
Sirius no apareció en toda la mañana, cosa que les extrañó mucho. A la hora del almuerzo Harry y Ron se marcharon nuevamente al comedor y las chicas comieron solas. Cuando regresaron venían acompañados de Neville, Luna y Ginny. A media tarde, mientras los muchachos estaban en medio de una partida de Snap explosivo y las chicas conversaban animadamente, llegó Sirius. Harry, Ron y Neville lo saludaron alegremente pero las chicas se quedaron con la boca abierta. El hombre que acababa de entrar  no se parecía en nada al que había estado allí la noche anterior. Estaba bien rasurado, con ropas elegantes y el cabello, aunque aún lo llevaba largo estaba limpio y bien arreglado. Saludó a todos, se acercó a Hermione y le entregó un pequeño ramo de flores y luego se volvió a su ahijada y la saludó alegremente.
-          ¿Cómo te sientes hoy princesa? – como era su costumbre le dio un beso en la frente y le entregó un ramo de flores también a ella.
Conversó un rato con ellos y dijo que debía ir a hablar un momento con Dumbledore y salió.
-          ¿No lo notan diferente? – preguntó Harry –
-          Bueno –dijo Luna, sensata y directamente como siempre – antes era un prófugo de la justicia, no tenía caso que prestara mucha atención a su apariencia, pero ahora que es un hombre libre, puede mostrarse tal y como es. Aparte que debe sentirse muy bien porque se le hizo justicia.
Todos escucharon la explicación de Luna y Ron haciendo gala de su proverbial simpleza dijo:
-          La única diferencia que yo veo es que está mucho más limpio y alegre, no sé por qué tanta alharaca.
 Ginny le rodó los ojos e hizo su propio comentario.
-          Pues a mí me parece que se ve guapísimo, y con toda la publicidad que tendrá en la prensa empezarán a lloverle las chicas y no tardará en ser cazado por alguna.
Los chicos rieron y empezaron a hacer conjeturas. Hermione que había seguido la conversación pero había permanecido en silencio miró a Sam y se sorprendió al ver la mirada asesina que en aquel momento estaba lanzándole a Ginny, menos mal que la pelirroja se había enfrascado en una conversación con Luna y no se había dado cuenta de nada. Hermione arrugó la frente y varias ideas descabelladas cruzaron por su mente.

Pasados unos días y ya todos recuperados, llegó el momento de regresar a casa. Harry y Samantha querían irse a casa de Sirius pero Dumbledore le recordó a Harry su conversación y éste no insistió más, pero Sam a quien su hermano no había puesto al corriente de lo conversado con el director, se molestó muchísimo al ver que Harry no la apoyaba. Pero por más que rogó, no consiguió nada. Sirius les prometió que en unos días iría por ellos y pasarían el resto del verano con él.
Por primera vez en los cinco años que llevaba junto a su hermano  Samantha se marchó furiosa con su hermano y aunque éste le dijo que cuando se vieran le contaría todo, eso no mejoró su humor. En el tren Malfoy intentó emboscar a Harry, pero escogió hacerlo frente a un vagón lleno de miembros del ED y le fu muy mal. Sam hizo las paces con su hermano poco antes de llegar a la estación.
Cuando llegaron a King Cross, se sorprendieron al ver allí a Ojoloco, Tonks, Lupin, los señores Weasley y los gemelos. La señora Weasley los abrazó y los besó a todos.
-          Bueno vamos –dijo el señor Weasley
-          Es lo mejor –dijo Moody. Y todos se encaminaron hacia los Dursley. Mientras Harry miraba sorprendido.
-          Queremos tener unas palabras con ustedes –dijo el señor Weasley.
-          Si, sobre el trato que esperamos que reciba Harry mientras esté con ustedes – agregó Moody.
-          Lo que pase en mi casa es asunto mío – bramó Vernon
-          De lo que se trata – dijo Tonks – es de que si nos enteramos que lo hacen pasar mal a Harry…
-          Y no dude que nos enteraremos-agregó Lupin
-          Tendrán que responder ante nosotros – concluyó Moody
-          Especialmente ante mí ––dijo con voz amenazante Sirius, que se había acercado sin que nadie lo viera-
-          Hasta ahora –dijo Samantha- se han portado como unos patanes con Harry, pero de ahora en adelante sería muy sensato de su parte modificar su conducta, si no quieren sufrir las consecuencias de sus actos.
Samantha observó con enorme satisfacción, que su tía se llevó la mano  al pecho asustada. Y Petunia ciertamente lo estaba, había visto un brillo asesino en esos ojos verde esmeralda.
-          ¿Cómo te atreves a amenazarnos, niña estúpida? –le gritó Vernon
Sirius reaccionó enfurecido. Y se puso peligrosamente cerca de Vernon Dursley.
-          Si-vuelves-a-gritar-o-a-insultar-a-mi-ahijada –dijo clavándole el dedo en el pecho con cada palabra-puede ser lo último que hagas, imbécil. En lo sucesivo cuando te dirijas a ella o a Harry deberás elegir con mucho pero mucho cuidado, tus palabras.
Petunia gimió pero nadie le prestó atención. Harry no sabía cómo agradecerles a todos que estuvieran allí. Se despidieron, todos lo abrazaron y las chicas y la señora Weasley lo besaron y le prometieron que se verían muy pronto.  
                              



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