El nuevo año en el Colegio estuvo salpicado de una
serie de incidentes extraños y terroríficos. En el verano Samantha recibió una
lechuza de Ron invitándola a pasar las vacaciones en su casa y preocupado
porque Harry no contestaba a sus cartas, eso era algo que ya la niña sabía
porque le pasaba lo mismo. El profesor Dumbledore le avisó que el señor Weasley
iría por ella. Así que llegó a la casa de los Weasley e inmediatamente
comenzaron a planear cómo rescatar a Harry, al final lo hicieron en el carro
volador del señor Weasley y el resto del verano fue fabuloso. La señora Weasley
los trataba como si fueran sus hijos y con los chicos los pasaron súper.
Una vez en el
colegio siguieron su rutina. Tuvieron un nuevo profesor de DCAO que fue una
catástrofe. El resto de las clases fueron más o menos igual. Snape seguía
siendo igual de desagradable. Hubo una serie de ataques por lo que el inútil de
Lockhart, el profesor de DCAO comenzó un club de duelo. Ese día descubrieron
que su hermano podía hablar con las serpientes, algo que a todo el mundo lo
aterrorizó, al principio ella no entendió muy bien por qué, ya que eso era algo
que ella había descubierto que podía hacer en sus paseos por el campo y así se
los hizo saber a sus amigos, pero Hermione les explicó que eso no era nada
común en los magos y que se relacionaba con las Artes Oscuras. A raíz de esto,
y por el letrero que habían dejado en el lugar del ataque a la gata de Filch,
todos pasaron a creer que Harry era el heredero de Slytherin y que había a
vierto la Cámara
de los Secretos. Harry había pedido a sus amigos que no revelaran el hecho de
que su hermana también hablaba, parsel,
el lenguaje de las serpientes, en un intento desesperado de que ella no lo
pasara tan mal como lo estaba pasando él. Lo cierto es que la chica, al igual
que su hermano no lo estaba pasando muy bien, le aterrorizaba la voz que, tanto
ella como Harry podían escuchar, pero que nadie más oía. Después del primer
partido de quidditch tuvieron que pasar una noche en la enfermería ya que Harry
se había fracturado un brazo al finalizar el partido y el bueno para nada de
Lockhart en un intento de repararlo, lo había dejado sin huesos en el brazo. A
pesar de que a ella no le pasó nada, igual sufría los mismos dolores que su
hermano, de modo que madame Pomfrey la dejó en la enfermería, administrándole
pociones analgésicas.
Durante esa noche conoció a Dobby, el elfo doméstico
responsable de todo lo que le había estado ocurriendo a Harry desde el verano,
pero cuando lo estaban interrogando, llegó otro paciente a la enfermería y
escucharon claramente cuando el director dijo que la Cámara de los Secretos
había sido abierta nuevamente.
Hermione tuvo
una súbita idea que le comunicó a Samantha cuando estaban en el baño y ambas se
dirigieron a la biblioteca, pero no tuvieron tiempo de comunicárselo a los
chicos porque cuando estaban de regreso fueron atacadas. Así que permanecieron
en la enfermería hasta el final del curso cuando pudieron administrarles la
poción que las devolvió a la normalidad. De tal modo que no pudieron acompañar
a Harry y a Ron en su aventura contra el basilisco, que era el monstruo que
albergaba la Cámara
ni en el enfrentamiento de Harry con Voldemort, que había guardado su recuerdo
en un diario encantado y que había activado a través de Ginny, la hermana
pequeña de Ron, ni finalmente en el espectacular rescate de ésta que llevó a
cabo Harry con la ayuda de Fawkes el fénix de Dumbledore y la espada de
Griffindor que Harry sacó del sombreo seleccionador.
Descubrieron además que Dobby pertenecía a los Malfoy
y Harry con un truco engaño al señor Malfoy y logró la libertad del elfo.
Así llegaron al final de ese año y nuevamente se
fueron a sus respectivos hogares, cosa que cada vez les resultaba más triste
porque a ambos hermanos les resultaba muy duro estar separados.
Ese verano no hubo invitaciones ya que su amiga
Hermione se había ido a Francia de vacaciones con sus padres y los Weasley
habían ganado un premio y se habían ido a Egipto a visitar a Bill. Cuando le
llegó la carta de Hogwarts con la lista de materiales para el nuevo año, Samantha notó que venía un formulario de
permiso para visitar el pueblo de Hogsmede y que debía ser firmado por sus
padres o tutores, así que se fue derecha a hablar con la madre Cecilia. Al
final salió muy decepcionada ya que ésta le dijo que ella no podía firmarlo
porque en realidad no era nada de Samantha.
Por su parte Harry recibió el mismo formulario y habló
con su tío, el cual le dijo que si se portaba bien con su hermana Marge, que
vendría de visita por esos días, él firmaría el permiso. Todo marchó
relativamente bien durante los primeros días pero la última noche de la visita
de la mujer, ésta empezó a insultar a los padres del chico y este perdió los
estribos inflando a la mujer como un globo. Enfurecido subió a su habitación,
recogió sus cosas, tomó su baúl y se marchó de la casa. Viajó en el autobús
noctámbulo, allí el cobrador del autobús le comentó sobre una noticia que tenía
a todos muy preocupados, la fuga de un preso de Azkaban, un tal Sirius Black.
Viajar en ese trasto era desagradable no
paraba de caerse y golpearse contra todo. Al final llegaron al Caldero
Chorreante donde se encontró con el Ministro de Magia. Lo hicieron pasar a una
habitación y le dijeron que esperara. Harry pensó que lo expulsarían del
colegio, que no podría estar cerca de su hermana y sintió que el corazón se le
rompía. Hundido en esos negros pensamientos no escuchó cuando la puerta se
abrió y no reaccionó hasta que vio frente a él al objeto de sus pensamientos.
Se levantó como impulsado por un resorte y abrazó a su hermana. Luego se dio
cuenta de que Fudge y Dumbledore estaban también en la habitación.
-
Bueno Harry, -
comenzó el Ministro – No has tenido a todos muy preocupados, mira que escaparte
así, pero bueno te alegrará saber que el Equipo de Reversión de accidentes
mágicos ya devolvió a la señorita Marjorie Dursley a su forma natural y le
modificó la memoria, así que no conservara ningún recuerdo del incidente. Tus
tíos están un poco molestos pero están dispuestos a recibirte el verano próximo
con tal de que te quedes en el colegio en las vacaciones de Navidad y Semana
Santa.
-
Siempre me quedo –
dijo Harry – y no quiero volver a Privet Drive nunca más.
-
Vamos, vamos eso lo
dices ahora porque estas molesto, cuando se te pase el enfado pensaras
diferente, después de todo es tu familia y estoy seguro de que hay un mutuo
afecto…muy en el fondo. Bien ahora solo resta saber donde pasarás el resto de
las vacaciones. Te sugiero que tomes una habitación aquí en el Caldero
Chorreante…
-
Eso es todo? –
preguntó Harry sorprendido – y mi castigo?
Fudge
parpadeó.
-
¿Castigo?
-
¡He infringido la
ley! ¡El Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de
edad!
-
¡No te vamos a
castigar por una tontería como ésa! —gritó Fudge - ¡Fue un accidente! ¡No se envía a nadie a
Azkaban sólo por inflar a su tía!
Pero aquello no cuadraba del todo con el trato que el
Ministerio de Magia había dispensado a Harry anteriormente.
-
¡El año pasado me
enviaron una amonestación oficial sólo porque un elfo doméstico tiró un pastel
en la casa de mi tío! —exclamó Harry arrugando el entrecejo—. ¡El Ministerio de Magia me
comunicó que me expulsarían de Hogwarts si volvía a utilizarse magia en aquella
casa!
Si a Harry no le engañaban los ojos, Fudge parecía embarazado.
-
Las circunstancias
cambian, Harry... Tenemos que tener en cuenta... Tal como están las cosas
actualmente... No querrás que te expulsemos, ¿verdad?
-
Por supuesto que no
—dijo Harry.
-
Bueno, entonces,
¿por qué protestas? —dijo Fudge riéndose.
Harry estaba desconcertado, pero no siguió discutiendo
para no parecer grosero y no desafiar la buena suerte que había tenido.
-
Ministro, - dijo
Dumbledore que había asistido al diálogo en silencio – podría…
-
Ah! – dijo Fudge –
Samantha Potter, me alegra mucho poder conocerte.
-
Ministro – volvió a
empezar el director – me tomé la libertad de ir por la señorita Potter en
cuanto recibí su lechuza. Estoy seguro de a ellos les encantará poder concluir
sus vacaciones juntos.
-
Fantástico,
fantástico – dijo Fudge – Iré a ver si Tom tiene una habitación disponible.
A los pocos minutos de haber salido regresó muy
contento.
-
La habitación 11
está libre, Harry —le comunicó Fudge—. Creo que se encontrarán muy cómodos.
Sólo una petición (y estoy seguro de que lo entenderán): no quiero que vayan
al Londres muggle, ¿de acuerdo? No salgan del callejón Diagon. Y tienen que
estar de vuelta cada tarde antes de que oscurezca. Supongo que lo entienden.
Tom los vigilará en mi nombre.
-
De acuerdo
—respondió Harry—. Pero ¿por qué...?
-
No queremos que te
vuelvas a perder —explicó Fudge, riéndose con ganas—. No, no... mejor saber
dónde estás... Lo que quiero decir...
Fudge se aclaró ruidosamente la garganta y recogió su
capa.
-
Me voy. Ya sabes,
tengo mucho que hacer.
-
Han atrapado a
Black? —preguntó Harry.
Los dedos de Fudge resbalaron por los broches de plata
de la capa.
-
¿Qué? ¿Has oído
algo? Bueno, no. Aún no, pero es cuestión de tiempo. Los guardias de Azkaban no
han fallado nunca, hasta ahora... Y están más irritados que nunca. —Fudge se
estremeció ligeramente—. Bueno, adiós.
Dumbledore se acercó a los chicos para despedirse. Y
entonces Harry tuvo una idea.
-
Señor podría firmar
mi permiso para ir a Hogsmede, mis tíos no lo firmaron.
-
Y el mío – dijo
Samantha – la madre Cecilia dijo que ella no podía hacerlo.
-
Lo siento – dijo el
director – pero como no soy pariente ni tutor no puedo hacerlo.
-
Lo mismo me dijo
ella – dijo con irritación Samantha.
-
Pero usted es el
director – dijo Harry – seguro que usted…
-
No, Harry, no puedo
– dijo categóricamente Dumbledore. Y Harry supo que era mejor no insistir –
Bueno ahora debo marcharme. Espero que sigan rigurosamente las indicaciones del
Ministro.
Se despidió y se marchó. Tom los llevó a su
habitación. Y los hermanos aunque estaban muy cansados comentaron todo lo que
había sucedido y lo extraño que les parecía el comportamiento de Fudge.
Despotricaron de los mayores que no habían firmado sus permisos. Y mientras
comían algo Harry le contó lo que había sucedido con la tía Marge a su hermana y ésta
rechinando los dientes, dijo que de haber estado en el lugar de Harry no se
habría controlado tanto tiempo, pero después se rieron mucho con la imagen de
Marge flotando como un globo.
El resto de las vacaciones fueron maravillosas, se
levantaban a la hora que querían, tomaban un abundante desayuno y luego se iban
a caminar por el callejón. Se sentaban en la Heladería a hacer sus
deberes y les daban helados gratis cada tanto tiempo. Siempre estaban de vuelta
a la hora indicada pues no tenían deseos de buscarse más problemas. Harry y
Samantha compraron todos sus materiales y libros para el nuevo curso, excepto
el libro de cuidado de criaturas mágicas, una nueva asignatura que verían ese
año, ya que Hadgrid se los había regalado por su cumpleaños. Pero Samantha tuvo
que hacer grandes esfuerzos para que Harry no se comprara una Saeta de Fuego, una escoba recién salida
al mercado y de la cual los equipos de quidditch profesionales ya tenían una.
Esa noche Harry le contó a su hermana que la noche que
escapo de casa se había encontrado un enorme perro negro que se parecía mucho a
uno que había visto en un libro de la librería y que presagiaba la muerte.
Samantha razonablemente le dijo que no se mortificara por esas cosas, ya que
ese tipo de presagios no era muy confiable.
Todos los días los chicos andaban atentos a ver si
veían a Ron y a Hermione en el callejón pero hasta la fecha no habían aparecido
por allí, en cambio si se habían conseguido con muchos compañeros de Hogwarts.
El último día se resignaron a que verían a sus amigos
al día siguiente en el expreso de Hogwarts, pero cuando pasaron por la
heladería los vieron allí. Se saludaron muy contentos. Como ya todos tenían
todas sus compras, se fueron a la tienda de mascotas ya que Ron quería hacer
examinar a su rata que estaba muy desmejorada y Hermione quería comprarse una
mascota. Al final le dieron un tónico para Scabbers
y Hermione se compró un gato color canela al que llamó Crookshanks, esto para indignación de Ron, ya que el gato apenas
vió a Scabbers se le fue encima.
Todos se quedaron esa noche en el Caldero Chorreante y tuvieron una animada
cena con la familia Weasley, Ron les mostró un recorte de El Profeta con una fotografía que les tomaron en Egipto. Esa noche
Percy se peleaba con Ron porque se le había perdido su insignia de Premio Anual
y estaban revolviendo el cuarto para encontrarla y a Ron se le había perdido el
tónico de su rata, así que Harry se ofreció a buscarlo en el comedor. Cuando
estaba a unos pasos escuchó voces.
-
No tiene ningún
sentido ocultárselos —decía acaloradamente el señor Weasley—. Harry y Samantha
tienen derecho a saberlo. He intentado decírselo a Fudge, pero se empeña en
tratarlos como a unos niños. Tienen trece años y...
-
¡Arthur, la verdad
les aterrorizaría! —dijo la señora Weasley en voz muy alta—. ¿Quieres de verdad
enviarlos al colegio con esa espada de Damocles? ¡Por Dios, están muy tranquilos
sin saber nada!
-
No quiero asustarlos,
¡quiero prevenirlos! —contestó el señor Weasley—. Ya sabes cómo son, que se escapan
por ahí. Se han internado en el bosque prohibido dos veces. ¡Pero no deben hacer lo mismo en este curso! ¡Cada
vez que pienso lo que podía haberle sucedido a Harry la otra noche, cuando se
escapó de casa...! Si el autobús noctámbulo no lo hubiera recogido, me juego lo
que sea a que el Ministerio lo hubiera encontrado muerto.
-
Pero no está
muerto, está bien, así que ¿de qué sirve...?
-
Molly: dicen que
Sirius Black está loco, y quizá lo esté, pero fue lo bastante inteligente para
escapar de Azkaban, y se supone que eso es imposible. Han pasado tres semanas y
no le han visto el pelo. Y me da igual todo lo que declara Fudge a El Profeta:
no estamos más cerca de pillarlo que de inventar varitas mágicas que hagan los
hechizos solas. Lo único que sabemos con seguridad es que Black va detrás...
-
Pero estarán a
salvo en Hogwarts.
-
Pensábamos que
Azkaban era una prisión completamente segura. Si Black es capaz de escapar de
Azkaban, será capaz de entrar en Hogwarts.
-
Pero nadie está
realmente seguro de que Black vaya en pos de Harry...
Se oyó un golpe y Harry supuso que el señor Weasley había
dado un puñetazo en la mesa.
-
Molly, ¿cuántas
veces te tengo que decir que... que no lo han dicho en la prensa porque Fudge
quería mantenerlo en secreto? Pero Fudge fue a Azkaban la noche que Black se
escapó. Los guardias le dijeron a Fudge que hacía tiempo que Black hablaba en
sueños. Siempre decía las mismas palabras: «Está en Hogwarts, está en
Hogwarts.» Black está loco, Molly, y quiere matar a Harry. Si me preguntas por
qué, creo que Black piensa que con su muerte Quien Tú Sabes volvería al poder.
Black lo perdió todo la noche en que Harry detuvo a Quien Tú Sabes. Y se ha
pasado diez años solo en Azkaban, rumiando todo eso...
Harry esperó a que los señores Weasley subieran a su
habitación, recogió el tónico, subió a toda prisa se lo dio a su amigo y sin
apenas despedirse corrió a buscar a su hermana, se la llevó del cuarto de una
sorprendida Hermione y se fueron al suyo. Una vez dentro le contó todo lo que
acababa de escuchar. La niña estaba muy asombrada y preocupada. Así que Sirius
Black iba tras él. Eso lo explicaba todo, le dijo Samantha. Fudge había sido
indulgente con él porque estaba muy contento de haberlo encontrado con vida.
Pero sin más información era poco lo que podían hacer. Así es que ambos se
acostaron porque al día siguiente debían partir para el colegio.
A la mañana siguiente partieron a la estación en unos
coches que había enviado el Ministerio. Harry y Samantha se miraron y
supusieron la razón de tanta deferencia. Una vez en la estación y ya a punto de subir al tren el señor
Weasley se llevó aparte a Harry.
-
Tengo que decirte
una cosa antes de que te vayas —dijo el señor Weasley con voz tensa.
-
No es necesario,
señor Weasley Ya lo sé.
-
Que lo sabes? ¿Cómo
has podido saberlo?
-
Yo... eh... les oí
anoche a usted y a su mujer. No pude evitarlo. Lo siento...
-
No quería que te
enteraras de esa forma —dijo el señor Weasley, nervioso.
-
No... Ha sido la
mejor manera. Así me he podido enterar y usted no ha faltado a la palabra que
le dio a Fudge.
-
Harry, debes de
estar muy asustado...
-
No lo estoy
—contestó Harry con sinceridad—. De verdad —añadió, porque el señor Weasley lo
miraba incrédulo—. No trato de parecer un héroe, pero Sirius Black no puede
ser peor que Voldemort, ¿verdad?
El señor Weasley se estremeció al oír aquel nombre,
pero no comentó nada.
-
Harry, sabía que
estabas hecho..., bueno, de una pasta más dura de lo que Fudge cree. Me alegra
que no tengas miedo, pero...escucha, quiero que me des tu palabra...
-
¿De que seré un
buen chico y me quedaré en el castillo? —preguntó Harry con tristeza.
-
No exactamente
—respondió el señor Weasley, más serio que nunca—. Harry, prométeme que no irás
en busca de Black.
Harry lo miró fijamente.
-
¿Qué?
Se oyó un potente silbido y pasaron unos guardias cerrando
todas las puertas del tren.
-
Prométeme, Harry
—dijo el señor Weasley hablando aún más aprisa—, que ocurra lo que ocurra...
-
¿Por qué iba a ir
yo detrás de alguien que sé que quiere matarme? —preguntó Harry, sin
comprender.
-
Prométeme que,
oigas lo que oigas...
-
¡Arthur; aprisa!
—gritó la señora Weasley.
Salía vapor del tren. Éste había comenzado a moverse.
Harry corrió hacia la puerta del vagón, y Ron la abrió y se echó atrás para
dejarle paso. Después de despedirse de todos. Les dijo a sus amigos que tenía
que hablar con ellos. Buscaron un vagón desocupado pero el tren iba lleno,
encontraron uno donde estaba un hombre dormido y decidieron instalarse allí Una
vez que estuvieron todos en el vagón les contó lo que había escuchado y lo que
el padre de Ron le había dicho. Todos se quedaron pensando.
-
Me pregunto cómo
será tener un año tranquilo – dijo Harry.
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