Sabrina sentía una enorme angustia y no sabía por qué.
La niña después del episodio de la noche, se había dormido y aún seguía
dormida, pero la extraña cicatriz seguía en su frente. Le extrañaba no tener
noticias de Sirius y que Dumbledore no hubiese venido a ver cómo estaba la niña
después de lo de la noche pasada. Pero bueno, debía ponerse en movimiento pues
la niña no tardaría en despertar y debía atenderla.
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En otro lugar lejos de allí se encontraban los
miembros de la Orden del Fénix reunidos escuchando el relato de lo que había
sucedido la noche anterior.
-
Y qué haremos ahora
Dumbledore? – preguntó Arthur Weasley
-
Por ahora debemos
permanecer alerta. Hay muchos mortífagos que según creo aún no saben lo que le
ocurrió a su amo, y una vez que se enteren, con toda seguridad buscaran
venganza.
-
Y Harry, qué pasará
con Harry? – preguntó Lupin, con los ojos aún enrojecidos por el llanto.
-
Yo me encargo de
eso. He realizado un encantamiento que lo mantendrá a salvo. Lo llevaré con sus
únicos parientes vivos.
-
Pero son muggles –
dijo Molly Weasley – no sería mejor que se quedara con alguno de nosotros?
Arthur y yo lo acogeríamos gustosos.
-
No lo dudo Molly,
pero por el momento es mejor que desaparezca del mundo mágico, no solo por su
propia seguridad, sino que es mejor que crezca alejado de todo los que va a
significar su nombre en el futuro. Para un niño sería demasiado abrumador.
Todos los presentes dieron por buenas las palabras del
mago y poco a poco fueron saliendo cada uno a sus actividades y con la
recomendación expresa de poner el mayor cuidado en su seguridad personal y de
sus familias.
A medianoche el director se dirigió al número 4 de Privet Drive. Al
llegar saco su desiluminador y procedió
a absorber la luz de todas las farolas. Camino hacia el número 4 y se
sorprendió al ver un gato atigrado sobre la verja, aún así sonrió y dijo.
-
Profesora, debí
imaginar que estaría usted aquí.
Donde hasta hace un momento estaba el gato apareció
una mujer.
-
Cómo supo que era
yo?
-
Mi querida
profesora jamás había visto un gato tan tieso.
-
Usted también
estaría tieso si hubiese pasado todo el día sentado sobre una verja – dijo
ásperamente la mujer.
-
Todo el día? Y puedo
preguntar la razón? Al venir hacia acá debo haber pasado por un centenar de
fiestas, por qué no está usted celebrando como todos los demás?
-
Son unos
inconscientes, hasta los muggles se han dado cuenta de que algo extraño sucede,
salió en las noticias, bandadas de lechuzas yendo y viniendo, lluvias de
estrellas. Sería lamentable que el día en ha sido derrotado
el-que.no-debe-ser-nombrado, fuera el día en que se descubriera nuestro
secreto.
-
Si tiene usted
razón, pero debe comprenderlos, hemos tenido tan poco que celebrar en los
últimos años.
-
Aún así, no diría
que haya mucho que celebrar, Albus, Lily y James? Y el resto de lo que se dice
también es cierto? Se fue usted tan de prisa que no me dio tiempo a preguntar.
Son ciertos todos los rumores?
-
Pues si mi querida
profesora, tanto los buenos, como los malos. Los Potter, lamentablemente están
muertos, el pequeño Harry está vivo, y Voldemort ha desaparecido, por el
momento.
-
Pero cómo Albus,
qué sucedió?
-
Eso es algo, que
por el momento, no estoy en capacidad de contestarle, porque no lo sé. Quiere
un caramelo de limón? –pregunto el director
-
No, gracias – y lo
miró con desagrado, como si pensara que aquel no era el mejor momento para
caramelos- Albus usted piensa que es prudente dejar a Harry con esta gente? Son
la peor clase de muggles que he visto en mi vida.
-
Son la única
familia que tiene.
-
Pero cualquier
familia de magos se sentiría honrada de acogerlo en su seno.
-
Ya lo sé, los
mismos Weasley se ofrecieron para esa tarea, pero considero que esto es lo
mejor.
-
Harry será famoso,
no me sorprendería que en el futuro este fuera conocido como el día de Harry
Potter.
-
Por eso mismo,
famoso antes de saber hablar siquiera y sin saber ni recordar por qué, es mucho
para un niño. Créame profesora, esto es lo mejor.
-
Y dónde está ahora?
-
Hagrid lo traerá.
-
Hagrid, le parece
prudente haberle encargado eso?
-
Profesora, a Hagrid
le confiaría mi vida.
En ese momento se escuchó un estruendo y seguidamente
apareció Hagrid en una motocicleta.
-
Buenas noches
profesor – dijo el hombre – profesora McGonagall.
-
Buenas noches
Hagrid, algún problema? –preguntó Dumbledore.
-
Ninguno, se quedó
dormido mientras volábamos sobre Bristol.
-
Interesante
artefacto – dijo señalando la moto.
-
Ah sí, me la dejó
Sirius Black.
-
Sirius? Dónde lo
viste? – preguntó el profesor.
-
Cuando salía de la
casa de los Potter, quería llevarse a Harry, pero yo le dije que tenía órdenes
suyas de traérselo, y entonces me dejó la moto.
-
Hiciste bien Hagrid
–dijo de manera un tanto misteriosa.
Hagrid le entregó el niño al profesor y comenzó a
llorar ruidosamente.
-
Cálmate Hagrid –le
dijo la profesora McGonagall, dándole palmaditas en el brazo – te van a
escuchar.
-
Es que me da tanta
pena el pobre niño, mire que venir a pasarle a gente tan buena como Lily y
James, todavía no puedo creerlo.
-
Si, si es todo muy
triste, pero debes controlarte –decía la profesora, mientras parpadeaba
furiosamente para evitar que rodaran las lágrimas.
Mientras Dumbledore había colocado una carta bajo las
frazadas del niño que aún dormía. Se quedó mirándolo un largo rato, suspiró y
dijo:
-
Buena suerte, Harry
Potter.
Y después cada quien tomó un camino diferente. Antes
de desaparecer en la noche Dumbledore devolvió las luces a las farolas y luego
desapareció.
A la mañana siguiente, Petunia Dursley se llevó la
mayor sorpresa de su vida, cuando fue a sacar las botellas de leche y se
encontró con el pequeño en la puerta. Rápidamente y sin saber por qué lo tomó
en brazos y entró en la casa. Una vez dentro se fijó en la nota que llevaba el
pequeño, se la sacó procurando no despertarlo y la leyó. Era la carta más
extraña que había recibido en su vida, en ella el director del colegio donde
había estudiado su hermana pequeña, le decía que ésta había fallecido junto con
su esposo y cómo, además le explicaba que había hecho un encantamiento que
había quedado sellado en el momento en que tomó al niño en sus brazos y lo
introdujo en su casa. Petunia pasó por una variedad de sentimientos
encontrados. Primero el horror de enterarse de la muerte de su hermana, si bien
era cierto que hacía mucho tiempo que no se veían y que ella fingía que no
tenía hermana, la verdad es que seguía siendo su hermana, luego angustia por el
pequeño que tenía en su regazo, cómo reaccionaría Vernon, cómo haría ella para
cuidar de dos niños, además con toda seguridad ese niño sería igual de anormal
que su desdichada hermana y el infeliz de su marido. Poco a poco iba retomando
su carácter amargo. Para cuando Vernon hizo su aparición en la salita ya había
tomado varias decisiones y afortunadamente ninguna incluía deshacerse de Harry
(sabía que no podía). Se quedarían con el chico, eso no le restaría cuidados a
su pequeño hijo y por último no permitiría de ninguna manera que tomará el
mismo camino de sus padres.
-
Qué es eso? –
preguntó Vernon señalando el pequeño bulto
-
Es el hijo de Lily,
ella ha muerto y el inútil de su esposo también y tendremos que quedárnoslo.
-
QUE??? No puedes
tomar una decisión así sin consultarme, que hay de Dudley?
-
Ya me las arreglaré
y por supuesto no permitiré que le haga ningún daño a Dudders, lo protegeré de
él – cosa completamente innecesaria, como quedó demostrado con el tiempo, quien
necesitaba protección era Harry.
-
Pero Petunia, qué
dirán los vecinos y Marge, además…
-
He dicho que no los
quedamos – y salió pisando fuerte sin enterarse de lo demás que su marido
parecía querer decirle.
Y así comenzaron para Harry los peores diez años de su
vida.
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